Colombia es un país heterogéneo y muy diverso tanto biológica como culturalmente, pero también es una nación con abundantes conflictos económicos y socio-ambientales. Históricamente, el país ha planteado su desarrollo económico a partir de la explotación de los recursos naturales, la industria extractiva y el consumismo, sin tener en cuenta que el crecimiento económico y la calidad de vida dependen de la capacidad de resiliencia de los ecosistemas ante los factores de cambio y de su capacidad de mantener la provisión de servicios ambientales.
Actualmente, más del 23,6% del territorio continental del país se encuentra con algún daño, degradación o destrucción de sus ecosistemas, siendo los más afectados los de la región del Caribe y Andina. Estas regiones, además de concentrar la mayor densidad poblacional del país, son las mayores demandantes de bienes y servicios ecosistémicos, pues es allí donde se desarrollan la mayoría de las actividades extractivas tanto legales como ilegales, como son el establecimiento de sistemas agropecuarios, la explotación forestal, las actividades industriales, la extracción minera, el desarrollo urbano y la construcción de grandes obras de infraestructura.
Todo esto ha tenido como consecuencia una gran pérdida de especies nativas y la introducción de especies exóticas e invasoras. Ante este escenario, la Restauración Ecológica es una estrategia para entender y ayudar a revertir los procesos de degradación de los ecosistemas, así como conservar y aumentar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos y, como consecuencia, mejorar la calidad de vida de la sociedad. Últimamente también se ha considerado como una estrategia de mitigación y adaptación al cambio global.